La C.G.T. convocó a movilización por una lucha antidictatorial, con Saúl Ubaldini a la cabeza.
La movilización del 30 de marzo de 1982 fue la mayor expresión de lucha obrera del período dictatorial autoproclamado "proceso de reorganización nacional" perteneciente a la dictadura que gobernara la Argentina entre 1976 y 1983. Convocados por la CGT, bajo la consigna "Paz, pan y trabajo", cincuenta mil jóvenes y trabajadores coparon la Plaza de Mayo en una verdadera huelga política de masas. Saúl Ubaldini comandó la gigantesca movilización demostrando su valentía y compromiso social.
La jornada anunciaba el colapso de una dictadura agotada en sus contradicciones internas, la crisis económica y la movilización de las masas, motivo por el cual el Ministerio del Interior adujo que la CGT no había solicitado la autorización correspondiente para realizar la marcha y que los actos podían ser utilizados para producir alteraciones a la seguridad y el orden público, a la vez que recordaba que seis dirigentes sindicales, entre ellos Saúl Ubaldini, se encontraban procesados por haber declarado una huelga general el 22 de julio de 1981.
Durante seis horas el centro porteño fue escenario del enfrentamiento entre los trabajadores y la policía. La clase obrera lideraba la lucha antidictatorial. La movilización también se extendió a Mendoza, Rosario, Neuquén y Mar del Plata. Hubo miles de detenidos en todo el país, un dirigente obrero mendocino muerto y centenares de heridos.
Una vez mas el movimiento obrero argentino, que venía resistiendo, enfrentándose desde tiempos inmemoriales, en todas las dictaduras y en las democracias debió siempre recurrir a las medidas de fuerza como presión para conquistar sus reivindicaciones más sentidas.
Dice Alfredo Mason en el libro Sindicalismo y Dictadura, una historia poco contada –1976/1983–: "El 30 de marzo de 1982 se produjo una nutrida movilización encabezada por el secretario general de la CGT, Saúl Ubaldini, por lo que la Plaza de Mayo fue cercada por un dispositivo más
fuerte que cualquiera conocido hasta entonces; se cortó el puente Pueyrredón con carros de asalto y un fuerte cordón policial. Se reprimió duramente las concentraciones que se efectuaron en los alrededores de Tribunales y en el puerto; por primera vez, empleados y funcionarios de la
zona céntrica de Buenos Aires ("cuellos blancos") arrojaban desde balcones y ventanas todo tipo de proyectiles contra los elementos de la represión. En esos días se calculó que hubo cerca de tres mil detenidos, aunque nunca se informaron las cifras oficiales. Hubo una movilización en las ciudades de Mendoza, donde la represión culminó con el asesinato de un sindicalista; en Rosario, dos mil trabajadores recorrieron el centro de la ciudad con consignas contra la dictadura; en Mar del Plata y San Miguel de Tucumán detuvieron a doscientas personas por repudiar al gobierno militar; en Córdoba, el Tercer Cuerpo del Ejército patrulló las calles con columnas de hasta siete vehículos militares por temor a la movilización de los trabajadores".
La jornada anunciaba el colapso de una dictadura agotada en sus contradicciones internas, la crisis económica y la movilización de las masas, motivo por el cual el Ministerio del Interior adujo que la CGT no había solicitado la autorización correspondiente para realizar la marcha y que los actos podían ser utilizados para producir alteraciones a la seguridad y el orden público, a la vez que recordaba que seis dirigentes sindicales, entre ellos Saúl Ubaldini, se encontraban procesados por haber declarado una huelga general el 22 de julio de 1981.
Durante seis horas el centro porteño fue escenario del enfrentamiento entre los trabajadores y la policía. La clase obrera lideraba la lucha antidictatorial. La movilización también se extendió a Mendoza, Rosario, Neuquén y Mar del Plata. Hubo miles de detenidos en todo el país, un dirigente obrero mendocino muerto y centenares de heridos.
Una vez mas el movimiento obrero argentino, que venía resistiendo, enfrentándose desde tiempos inmemoriales, en todas las dictaduras y en las democracias debió siempre recurrir a las medidas de fuerza como presión para conquistar sus reivindicaciones más sentidas.
Dice Alfredo Mason en el libro Sindicalismo y Dictadura, una historia poco contada –1976/1983–: "El 30 de marzo de 1982 se produjo una nutrida movilización encabezada por el secretario general de la CGT, Saúl Ubaldini, por lo que la Plaza de Mayo fue cercada por un dispositivo más
fuerte que cualquiera conocido hasta entonces; se cortó el puente Pueyrredón con carros de asalto y un fuerte cordón policial. Se reprimió duramente las concentraciones que se efectuaron en los alrededores de Tribunales y en el puerto; por primera vez, empleados y funcionarios de la
zona céntrica de Buenos Aires ("cuellos blancos") arrojaban desde balcones y ventanas todo tipo de proyectiles contra los elementos de la represión. En esos días se calculó que hubo cerca de tres mil detenidos, aunque nunca se informaron las cifras oficiales. Hubo una movilización en las ciudades de Mendoza, donde la represión culminó con el asesinato de un sindicalista; en Rosario, dos mil trabajadores recorrieron el centro de la ciudad con consignas contra la dictadura; en Mar del Plata y San Miguel de Tucumán detuvieron a doscientas personas por repudiar al gobierno militar; en Córdoba, el Tercer Cuerpo del Ejército patrulló las calles con columnas de hasta siete vehículos militares por temor a la movilización de los trabajadores".
Vaya desde aquí nuestro mas sincero homenaje a todos los que participaron activamente en esa primera marcha, hito en la recuperación de la democracia argentina.
EQUIPO NACIONAL DE ALFABETIZACION
FTV
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011-4863-5943
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